Despuntando el alba blanca,
amanece el rocío en sus manos
de aguita fresca brota,
virgencita de la mañana...
Aires que calientan
campos de manzanilla,
suaves son los vientos,
que llegan de mi Sevilla.
Florece en mí su llama,
destellos de color,
floripondios amarillos,
luz que cuelga del balcón.
Siente la clara flor abrirse,
dora el sol en sus trigales,
de vida llena a las almas rotas
y acompaña a mis soledades.
Melancolía trae del invierno
ya asoma el primer verdor,
margaritas son despojadas,
por los que encuentran el amor.
De rodillitas junto al álamo
una tregua le pide a Dios:
¡Retrase usted la siega,
no anuncie el verano,
que se cuece mi interior...!
Isabel Mendoza, ¡Ay, primavera de la vera....!
