Cuando el aura levanta su ala
amanece en mí su velo
el sol parece que tuviera,
una mirada iluminada a través del espejo.
Al andar, la alborada
caminito del bien ajeno
mariposas y ruidos
vientos se incorporan al vuelo.
Silenciosos susurros me acarician,
y me doy contra los muros de mi cuerpo,
rastreo rincones en mi mente,
a caballo entre la razón y la suerte.
A veces alza en mí su luna rota
ladro ensombrecida, hasta loca
con espinas de hierro cierne su cabeza
llena de pájaros, ardiente.
Es un modo de locura;
algo inesperado
una cuna entre hojas muertas
sin gozos, ni besos, ni llantos.
Encuentro vestido de hielo negro
ha llegado a estremecerme
trozos de escarcha mis labios
pena que sale volando
al saber que sólo yo
fui luz serena y anhelo desbocado.
Isabel Mendoza. En Cádiz, febrero de 2011.
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