La tarde era esa y no otra cuando se encontraron en la barra del bar
Frente a frente, luz a sombra
Apagados por el olor a rancio que deja el paso del tiempo en los viejos corazones, cansados de pesadumbrar.
Tenían mucho que decir y nada para hablar...
Se miraban, y analizándose asumían su silencio con la idea de los que lo han perdido todo ya.
Se anhelaban y así de nuevo sus miradas se cruzaban.
Fantaseaban con poder verse cara a cara, poco a poco...
Tímidamente, entre la clientela aparecían, reclamando ser vistos.
Les ayudó la helada cerveza que, sorbo a sorbo, vaso a vaso, espesaba sus deseos y paciente iba alumbrando palabras, gestos, y discursos que terminaron en besos y abrazos, precediendo al suave tacto de los cuerpos en flor.
Aquella tarde se convirtió en noche con el cálido resplandor que da la luna abrigando a dos almas sin rumbo que vagan por el asfalto mortecino pidiendo a gritos otra oportunidad.
En Sevilla, agosto de 2025.
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